Érase una vez una chica que descubrió con amargura -fijaos lo despierta que estaba- que no todo el mundo a quién quería, le correspondía. Es más, algunas de las personas a quién quería la despreciaban, la ignoraban y le hacían feos.
Ella, pobrecita, se lo tomaba a la tremenda, se culpaba a sí misma, se decía machacona que, si no la querían querían quizá estaba haciendo algo mal y quizá no hacía suficientes cosas o lo suficientemente bien como para que la apreciaran. Eso, lógicamente, la sumía en una tristeza inconmensurable, cruel y en una espiral que no parecía tener final.
Que levante la mano aquel a quién no le ha pasado nunca algo parecido, así le levantaré un monumento, por favor.
Te pasas días, semanas triste, hasta que pasa algo, te quedas como en un stand-by jodido. Eso suele ser, precisamente, lo que quiere el otro. Y encima te sientes fatal porque lleva razón.
Ah! ¡Revolución! Eso pasaba hasta que conociste a tu mejor amiga, a la que nunca te falla, pero a quién por azares del destino no habías conocido nunca pese a que ella -o él- estaba tan cerca de ti… No habías reparado en ella, simplemente porque no considerabas que la necesitaras, porque no nos consideramos dignos realmente de compasión y de amor por nosotros mismos.
Piénsalo por un segundo. Cierra los ojos y piensa en los seres a quienes más quieres. Pero hazlo, por favor.
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¿Estás tu mism@ entre ellos? ¿no, verdad?
Pues necesitas auto compasión a raudales, lo necesitas como el aire que respiras. No es compasión cristiana, es amor del bueno hacia ti mismo. No es creerte superman, es quererte según eres. Y es difícil, porque no nos creemos dignos de ello. No hay crítico más crudo que nosotros mismos.
El otro día me envió una carta. Ella no me habla siempre, a menudo me olvido de que está a mi lado.Has de cultivar su amistad como día a día cultivas la amistad con la gente a la que quieres, el amos paternal, el filial y el de pareja. ¿Por qué no cultivar el amor hacía ti misma? ¿Por qué no escribirnos una carta diciendo lo buenos que somos? Escríbela y léela en los momentos chungos
Hoy me ha enseñado una frase muy chorra, pero que me ha alegrado la tarde » Cuando la vida te de la espalda, mírale el culo y sonríe o lo tiene gordo, o se le ha escurrido»
Esto que sigue, me lo dijo un día. Hoy viene que ni pintado
«(…) Nada de eso es cierto, tu estás llena de cosas buenas, de amor por los tuyos, y de amor por los demás, la gente te quiere, otros no pero eso siempre pasa. Coge un poco del cariño que te dan y abre tu corazón hacia él, quizás descubras que la vida es mucho más amable y que tú, te mereces al menos, el mismo amor que los demás.(…)»
Así pues, quíerete y no dejes que nadie te amargue la existencia, porque en cualquier caso, no merece ni un segundo de lamentaciones.
Y si te lo pide el cuerpo, siempre le puedes dar una patada en ese culo gordo virtual, para sentirte mejor aunque no sea muy compasivo.
Besos a todos.
Ah… por cierto… no es ninguna experiencia fatal… es una excusa para escribir esta entrada… no os pongáis a pensar cosas raras. Estoy fabulosa.
Que seáis felices.
