Queridos Reyes Magos,
Este año he aprendido que la vida no es una línea recta, sino un conjunto de curvas, altos y bajos que nos desafían y nos invitan a crecer. He caminado por caminos difíciles, pero también he encontrado flores donde menos lo esperaba. No puedo negar que soy una mezcla de valentía y fragilidad, de certezas y dudas, pero, sobre todo, soy una buscadora incansable de lo que da sentido a mi vida.
Que me recordéis que he de guiarme por mi conciencia y ni por los miedos a la reacción de los demás.
Que me guieis por el camino inequívoco del respeto hacía mí misma.
Que me recordéis que no todo lo malo del mundo es culpa mía.
Que me dejéis toneladas de amor propio, para ahorrarlo para toda la vida, y usarlo cuando lo necesite.
Que me regaléis un espejo mágico de esos que no te saca más guapa, pero me deja ver esas cosas buenas que hago y de las que no soy consciente, para que así cuando flaquee, pueda mirarme en él.
Que también en ese espejo, pueda mirar lo que me quiere la gente que me rodea, para que no me sienta sola nunca más. Y si ya tiene la función de “rebote de odio” para que no me hagan daño, sería mejor que… la llegada de… yo que sé…, el chip cerebral con IA…
Que, como dije en mi carta de Navidad, me recuerdes que cuando hayas de hablar con alguien para arreglar un problema, hay dos cosas a tener en cuenta. La primera es que si la otra persona no quiere hablar y tu lo has intentado y te ha rechazado, ya has hecho lo que podías porque no eres menos que nadie. La segunda cosa que me tenéis que recordar es que si se puede arreglar hazlo antes de que el rencor o el olvido te puedan.
Regaladme, si existe, un tatuaje con alarma, que me recuerde que lo más importante, lo que de verdad guía tu vida, es ayudar a los demás, y que, si te responden con odio, o sencillamente no encuentras respuesta, no es tu problema, sino el del otro.
Quiero seguir aprendiendo, no solo en mi profesión, sino también de las personas que me rodean. Que mis hijos sigan enseñándome a ver la vida con ojos curiosos, que mis pacientes me recuerden el valor de las pequeñas victorias, y que mis errores me muestren el camino hacia la humildad.
Quiero que mis nuevos descubrimientos de 2024 sigan a mi lado, ensanchando esa tímida amistad recién nacida, poco a poco, sin reloj, con tiempo, como el objeto delicado que sí es.
Quiero cuidar a esas personas nuevas y viejas de mi vida, que me han cambiado para bien o para mal, que me han ofrecido visiones nuevas de la vida, que me han enriquecido, a veces también me han quitado parte de mí, me han hecho enfocar a circunstancias de forma distinta, me han tendido la mano.
Quiero sanar y ayudar a sanar, no solo heridas físicas, sino también aquellas que no se ven. Porque sé que todos cargamos con algo, y a veces basta una palabra, una mirada o un acto de amor para aliviar lo que duele.
Quiero espacio para mis sueños, para seguir escribiendo esa historia que me define y que espero que un día inspire a otros. Que mis palabras sean un puente entre mi pasado, mi presente y un futuro lleno de posibilidades.
Quiero que en el 2025 desaparezca el dolor.
Quiero que en el 2025 seas doctora.
Quiero que cuando eso pase te den trabajo de tus sueños.
Quiero encontrar mi paz durante un tiempo prolongado.
Quiero que aquellos que me quieren aprendan a verme.
Pero no sé si me podréis traer todo entre todos los trenes de juguete y los iPads que transportáis.
Quiero también que este 2025 tenga también su segura “partecita mala” para seguir aprendiendo, pero que si puede ser no sea el master de este 2024.
Queridos Reyes, no sé si todo esto cabe n un saco, pero si es mucho, me basta con un poquito de magia. Solo un susurro que me recuerde que todo tiene sentido, incluso lo que aun no entiendo.
Por eso, os pido
Gracias por escucharme. Prometo seguir siendo fiel a mi esencia, incluso en los días en que todo parezca perdido. Prometo seguir dando gracias por mis hijos, mi marido, mis padres… por mi familia elegida, la que está y la que está por venir. Prometo seguir cultivando mis ganas de dar y de luchar
Con amor y esperanza,
Maribel