Mis hijos, esos dos maravillosos seres, que con mi marido, conforman mi familia, son lo único que impide que lo mande todo, pero todo a hacer puñetas. Que me impide tumbarme aquí, en esta cama, o quizá en otra que nadie pudiera encontrar jamás, a ver pasar la vida hasta que la muerte se cansé de mirarme y me lleve.
Amo demasiado a mi pequeña familia para dejarme ir siquiera por un día, y que las lagrimas a partir de las 00:50 horas del jueves 27 de octubre del presente, vaya a derramar únicamente en solitario. Porque la única persona que cree en mi, soy yo misma.
Inocente, pensé que había quien me entendía; quien me valoraba sin quitas, sin ponderaciones, sin peros. Que valoraba como persona como otra, mis defectos y mis virtudes. Pero era de nuevo un espejismo, que ha ido desapareciendo día tras día. A lo mejor me valora más que muchos, pero siempre con la palabra del diagnóstico sobre mi cabeza, cual espada de Damocles, presta para caer sobre mi con toda su fuerza.
Antes, yo gritaba a los cuatro vientos «Mirad, mirad quien soy», luchaba contra las injusticias, e intentaba ser adalid de las causas perdidas, ayudaba a quien me lo pedía, y quien no me lo pedía, no soportaba ni soporto ver gente triste a mi alrededor. Y ponía todo mi empeño en sacar una sonrisa, o al menos, tranquilizar sus inquietudes.
Tras los palos, más bien las palizas, que te va dando la vida, esos gritos a pleno pulmón pasaron a tímidos susurros.
Ahora, solo serán, ya son, pero a partir de ahora más aun, lagrimas en solitario. Nadie, por mucho que piensen lo contrario, de los que me rodea, es capaz de disociar de mi persona, las limitaciones, las circunstancias, las necesidades que mi diagnóstico demanda. Mi mayor limitación son ellos.
1. loc. adv. coloq. U. para desechar algo, o para despedir a alguien, despectivamente o sin miramientos. Mandar a hacer puñetas. Vete, anda a hacer puñetas.
¿Qué a veces no sueño con ser normal? Si normal significa sana, puede que si. También sería común, y eso, seria una lástima.
Si fuera normal, si no tuviera estas limitaciones diagnósticas, estaría limitada por mi «vulgaridad» por mi soberbia, por la incomprensión hacia el dolor ajeno, mi capacidad de empatía sería mucho más baja, pero si, estaría sana. Y no tendría que luchar por ser yo misma, batalla que a todas luces estoy perdiendo día a día.
Quien dice quererme porque soy todas esas cosas que dicen que soy tan buenas, tan maravillosas todas, olvidan que si soy así, es precisamente, porque soy asá, porque tengo ese talón de Aquiles, que me invalida para todos los aspectos de la vida diaria porque estoy enferma. Y lo estoy, pero también la enfermedad me hizo fuerte y generosa, me hizo auto suficiente a pulso.
Ataques de pánico tengo, porque pese a que cada vez soy más fuerte y más auto suficiente, alguien me recuerda que no lo soy yo sola, que lo soy virtualmente, que sin ellos no soy nada. A hacer puñetas.
Quiero llorar y lo hago, a todas horas, pero como de todo saldré de esta, quizá más tarde que otras veces, porque ahora lo voy a hacer sola cueste lo que cueste.
Porque cada vez que confío en que alguien mira solo dentro de mi, acaba por decirme, sin duda «pero me necesitas porque tu -diagnóstico- me hace necesari@ para ti.
Y cada una de esas hostias son más y más dolorosas.
A hacer puñetas, no necesito la ayuda de nadie para mi mísma. No la quiero. Escupo.
Inútil, indefensa, enferma fisica, enferma mental, minusvalida, fragil, estúpida, infantil, vieja, inservible, inutilizable, mesa coja, mueble inservible, trabajadora imaginaria, cabrona ególatra, fantasiosa, psicopatía con patas…
Todas esas cosas que podáis pensar de mi, o solo una de ellas, ya me dan igual
A hacer puñetas
Si no fuera por mi pequeña familia, me iría tan lejos que no me encontraría nadie. Me iría con este ordenador bien lejos, y cuando mi diagnostico me encontrara, lo tendríais a él para contaros que fue de mi durante todo ese larguísimo tiempo. Porque a mi me queda mucho por vivir y todo por demostrar.
Pero que nadie se conduzca a error. A nadie más que a mi misma le tengo que demostrar nada.
Lloraré ahora muchas lagrimas de dolor, porque aun me escuece esa mejilla, pero pondré la otra, y no por enseñanza religiosa, sino porque no me queda otra por ahora.
Pero siempre he sabido esperar, y cuando llegue el momento, saldré del capullo que yo solita he tejido convertida en la mariposa más bonita que imaginados podáis.
No quito ni muevo una sola coma de este post y de los anteriores, porque cada bofetada de la vida me cambia, produce distintas egosiones.
Egosiones de la misma que nació con -diagnostico- el 13 de marzo de mil novecientos setenta y nueve y por la que nadie daba un duro y que casi treinta y tres años después está vivita y buscando su oportunidad para colear. Buscando que reconozca el mundo que sobrevivió una persona con corazón, con alma con espíritu de lucha y ansia de independencia.
Que se arrepiente ya de haber pedido ayuda alguna vez, porque eso le incapacita cada vez un poco más. Nunca más. Me costará más esfuerzo, pero como para casi todo, lograré llegar a realizarlo por mi misma. Porque he logrado todo salvo que los que me quieren se olviden del Sr Diagnótico y sus colegas
A hacer puñetas, yo soy la que vive con él en el mismo cuerpo, y no me quejo, a veces peleamos y me da problemas, pero llevamos una relación de profunda amistad, que me ha enseñado miles de cosas, que seguro que una persona que no viva con Él y no aprenda de ÉL, ni de sus colegas, no conocerá ni en sus mejores sueños…
Si, no me he equivocado, he dicho mejores sueños, porque aunque Sr Diagnóstico gasta muchas putadas, me ha hecho ser mucho mejor persona, y aprender muchísimas cosas de ciencia, y de humanidad, de solidaridad, de empatía, y de reflexión, de autocrítica y de superación, que esas personas, todas ellas juntas, que me compadecen o se creen necesarias para mi, por el hecho de ser normales.
Bien señores, lo dicho, ustedes a hacer puñetas con su ayuda.
Gracias