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AMIGOS IMAGINARIOS

Mi hijo tiene un pez en una pecera de plástico… de esas que te regalan madres en los cumpleaños… que te acuerdas de la madre en cuestión, cuando tu hijo lleva cinco meses pidiéndote un pez. Lucas se llama la carpa blanca y aburrida…. Lucas, le dije pero ¿Lucas no era un pato? Mira tu papelera «El Pato Lucas», y él que contesta todo aburrido «Mamá no seas aburrida, eso pasó hace años, ahora Lucas es mi pez» Hace tres días que tenemos a Lucas, yo pensé, bueno… total se aburrirá, no hay nada más aburrido que un pez en una pecera…

No, no, no le habla, le cuenta sus cosas a Lucas, Lucas es su mejor amigo, y «habla con él», el pez le habla… ¡qué maravillosa es la infancia!

Yo nunca tuve amigos imaginarios, porque a todos los escribía en cuentos que ahora considera poco más que idiotas. Y me escribía largas cartas a mi misma, donde me contaba lo que me había pasado ese día, la gente normal, lo llamaría diario, pero yo es que me lo enviaba realmente, siempre en el mismo sobre, hasta que se ponía demasiado mostoso, lo depositaba en el buzón de mi patio, y luego lo recibía como si fuera una sorpresa increíble… que bonita es la infancia, que bonita…

Luego me hice un poco más mayor, y «me pasaron a boli» en el cole, eso quería decir que tenías buena letra y no te equivocabas mucho.

Ese día crecí, fue como mi puesta de largo, porque yo no tenía ni Lucas, ni otro amigo imaginario, mi mayor tesoro era escribir todo aquello que se me pasaba por la cabeza: incluidas frases memorables, como «Estoy enfadada con papá y mamá, porque siempre dicen que no hay que hacer ruido por las noches, y ellos se ponen a saltar en la cama como en la paya ya dar gritos de que se están divirtiendo, yo no puedo dormir así»  Bendita ignorancia… si hubiera estado Pablo Motos seguro que lo hubiera incluido en sus «Frases célebres de niños»

Entonces mi mayor tesoro del mundo era los bolígrafos, de todos los colores, de todas las formas, porque
cada sentimiento tenía un color distinto.

Poco después me compré un diario, de esos gordotes con candado, que yo confiaba en ese candaditom que con un cli se abre, cuando me enteré, me lo llevaba allá donde yo fuera. Porque era mi vida, mis sentimientos, mis «otredades» esas que no se pueden compartir con nadie en el mundo…

Yo es que tenía dos características, yo no jugaba a la comba, ni a a pillar, ni hacía deporte, nada, en el cole no hacía más que leer y observar lo que pasaba a mi alrededor, y aprender a defenderme de aquellos que son intolerantes con los diferentes. También pensaba, inocente de mi, que eso solo lo hacían los niños…, siendo que son ellos los que lo aprenden de sus mayores. De nuevo bendita inocencia

Eso hizo, que mi vida interior fuera enciclopédica, así como mi capacidad de análisis. Pero yo n nuca me he fiado mucho de mi memoria, y me encanta recordar, aunque sea para decirme a mi misma, «Mira, aquí hiciste esto y te equivocaste» o tal vez «Esta persona hizo esto o lo otro, no te confíes»

También cultive un sentido del humor ácido y agudo, como defensa hacía aquellos que me ninguneaban, pensé para que llorar, lo que no te mata te hace más fuerte. Pero eso fue después de muchas lágrimas… derramadas… no vayamos a pensar ahora que yo era… la heroína de los tebeos.

A lo que iba, yo cada cosa la escribía y la analizaba, con aquellos bonitos instrumentos de los que salían dibujos, palabras, sentimientos, vida… con la visión de una niña inocente, eran mi Lucas, mis amigos imaginarios que me hacían hablar conmigo misma, como nunca he hablado con nadie.
Ahora los teclados han pasado a un nuevo término, a un nuevo plano, porque todo está en mi mac (benditas claves de acceso)… y en vosotros ¿tenías tu un amigo imaginario?

Yo tuve un amigo que hablaba con su balón de fútbol, pero hubo otro muchísimo peor, porque hablaba con Oliver, si ese, el de «Campeones» de Oliver y Benji. Otra tenía un gusanillo que vivía en su pañuelo…