Mi cruz siempre fue la estadística, para bien o para mal, siempre rompo las estadísticas, sobre todo de salud, y comprobado cuando juego a cara o cruz o a test de doble respuesta, mi estadística es clara; cero por ciento de éxitos.
Un día me dieron una moneda trucada, hace años, de las de cien pesetas. Estaba trucada, se suponía para que saliera cara… por cuarenta y nueve ocasiones, me salió cruz. Cuando aposté por la cruz, empezó a funcionar y siempre salió cara. Lo dejé..
Blanco o negro, cara o cruz, dos respuestas cerradas y sin matices, fallo a la totalidad. Yo soy más de reflexionar, por eso siempre he sido de letras, e incluso de respuestas múltiples… porque simple hay matices.. En esas acierto.
En cosas de salud siempre he roto las estadísticas, si señor, «eso es imposible… solo pasa 1/1000000» pues a mi me pasa, con un par. De ahí me han dicho «perro verde» o misterio médico, o toca pelotas, que viene a ser todo lo mismo. Que todo lo raro me pasa a mí.
Mi suegro, con él que estoy en casi todas las cosas en desacuerdo, como buen suegro y nuera que somos, dice una frase con la que estoy plenamente de acuerdo. No se de donde la sacó pero es meridianamente clara, a saber: «las hostias duelen cuando te las dan, no cuando las estás esperando»
Uniendo pues, todo lo anterior se podría pensar que ya que siempre rompo las estadísticas en salud, tendría que haber acertado cara, pero es que yo fallo en las estadísticas de los demás, en las mías no… y salió cruz… y me dolió la bofetada (más bien puñetazo en el estómago).
Pero si hay otra estadística que según mi padre (etapa: Mi padre lo sabe casi todo) es cierta es que yo siempre caigo de pie. Esta vez falló, pero he caído de rodillas.
Me levantaré y esperaré mi momento para caer de pie, después de dar las volteretas necesarias.
Esta egosión es una auto terapia de, hablando en plata «levántate, que de nada sirve llorar» y como de esta no me muero tampoco… yo no soy como los gatos, que en eso también rompo, tengo mil vidas, como en el primer Mario, que si lo trucabas, te lo pasabas con noventa o cien vidas.
Por tanto después de un día o dos de hibernación, de lamer las heridas, me levantaré y me sacudiré el polvo para enfrentarme al siguiente envite que la vida me ponga delante.
Lo único que no soporto es la soledad, pero en eso voy armada, con mi familia, y en especial con ese chico que duerme conmigo a casi siempre y que, cuando encuentra su cabeza, es el ser humano más bueno del mundo, gracias por existir.
También tengo amigos muy buenos, a ellos gracias… pero de esto tengo que hablar largo y tendido en otra egosión…
3,2,1 hibernación