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Este, va de soñar…

Yo últimamente sueño mucho ¿sabéis?, bueno, en realidad siempre he sido muy soñadora, idealista, y que, aunque las circunstancias vinieran jorobadas, siempre tendía a pensar que las cosas se transformarían en caminos de rosas y arcoíris. Ahora, que soy mayor -pero no vieja, ojo, que cada día estoy más mona- me he hecho mucho más cínica e incrédula. Y ahora en lo primero que sueño cuando abro los ojos cada mañana, es en tener menos dolor que ayer, en pasar un buen día. 

Pero, escucha, que luego sigo soñando… con los ojos abiertos, que son los sueños que más molan.

Sueño con cosas muy variopintas, porque oye, una tiene muchas facetas. Soy lo que se llama una chiquita muy completa.

Sueño con cosas grandes, de esas profundas, en plan la Paz Mundial y eso; sueño con una sociedad dónde ser mujer sea más fácil y no tenga que tener miedo por la noche si vuelvo a casa sola; pero también que dejen de hablar de trabajos para hombres y mujeres… y con que los niños de ahora aprendan a ser caballeros que, al menos, no violen en manada o profieran barbaridades en la ventana de su residencia de estudiantes. Que traten a las mujeres como a iguales, en todos los sentidos.

Sueño también con ir en bicicleta, por un camino rodeada de campos verdes y amapolas; porque yo tengo que aprender a montar en bicicleta, que aún no se. Y que, si me hice un tatuaje, digo yo, que también puedo aprender a ir en bici. Como yo sueño en grande, la bici ya la tengo mirada, y solo necesito profesor.  Comprar un chuflo de esos para el coche, que se ponen las bicis para transportarlas y recorrer España con ella a cuestas. 

Y así a “calzón quitao” sueño con que los miles de euros y de horas que he invertido en tener una formación excelente en mi profesión, y que nunca cesa, de repente se vea reconocida en la sanidad, pública y privada, y se me valore por ser yo, con mi formación y mi valía profesional; y no con la etiqueta de enfermera; de la que siempre estoy y estaré orgullosa, con “tareas enfermeras” en un país donde eso sigue significando “lo que diga el médico”. Y señores míos, esto es tan antiguo como la bata de cola de Lola Flores, y sus palmas mientras decía que ella no sabía que tenía que pagar impuestos. Que facultativos y enfermeras somo EQUIPO, no subordinadas. Y que tenemos entidad suficiente como para ser independientes en los cuidados. Pero yo mientras sigo formándome incansablemente, como la yonqui enfermera que me considero, sin ninguna intención, por cierto, de dejar mi vicio. 

¿En qué más sueño? En pilotar drones y hacer fotos de artista, porque con volantes no me veo y soy torponcilla bajando escaleras a lo Duval, pero como me flipan mazo (hablo así porqué nací antes de 1980, qué pasa) los paisajes, los atardeceres, los arcoíris (sin unicornios) y las montañas, los ríos, y las grandes ciudades, sueño con fotones que necesitan dron. Y bicicleta, que no se nos olvide, porque en mi cabeza hay un plan montado que ríanse del guion de “La Casa de papel”. Porque yo otra cosa no, pero sueños tengo un montón. Y, a que negarlo, no son sueños ni viejunos ni modestos; que una es una mujer de su tiempo. 

Sueño, ahora un poco más en serio, con que mis hijos tengan el mejor bagaje para ser lo que quieran ser, y sobre todo sean muy felices en esta vida. Sueño en enseñarles lo mejor que sepa que “Nos querremos más allá de este mundo”, (frase del libro de La Forte, que me ha llegado al alma), y que sean lo que sean en este mundo, lo sean a conciencia y en libertad, y que sepan que siempre estaré detrás para ayudarles, siempre. Y, sobre todo, el pleno sentido de la viejuna pero sabia frase de “Que sean hombres de bien”, honrados, valientes, sinceros, respetuosos y libres. Sueño con que siempre estén sanos pero que, si enferman, sepan ser valientes, y tengan la seguridad de que las montañas más altas se escalan con voluntad y convencimiento. Sueño que, cada uno a su manera encuentren su camino, y lo sigan siempre derechos y con la cabeza alta. Y que nunca olviden que siempre tienen mi corazón, mi cabeza y mi hombro para escucharlos en lo que necesiten, que no duden en confiar en mí y en su padre, para compartir alegrías y problemas, porque cuando las penas se comparten siempre son mucho menos.

Sueño también, muy fuerte, y con los ojos muy cerrados (como la Noche de Reyes, que los apretabas mucho para dormirte antes y recibir antes los miles de regalos); en seguir compartiendo toda mi vida camino con el hombre que duerme a mi lado; con ese joven que aún logra que me dancen mariposas en el estómago, y cuyo abrazo y mirada; hacen que me sienta segura pase lo que pase. Y sabe el apuntador, que pasar, pasan la leche de cosas. Casi veinte años de matrimonio, y no se producen nunca silencios incómodos, ni vacíos, ni desconfianzas. Confianza ciega y amistad son nuestros secretos… Y sueño, muy fuerte en que eso dure al menos hasta el fin del mundo… porque es uno de los más bellos regalos que la vida me ha dado. 

Y, por si no os habíais dado cuenta después de 197 post en mi blog y mis “chorrocientas” redes sociales, sueño con comunicar. Con ser comunicadora. ¿Qué de qué? De todooooooo. Quiero escribir un libro, tener un podcast de cuidados de enfermería, aunque ahora hay más podcast que orejas escuchantes, tener un podcast loco, así de hablar de locuras variadas (que soy del 79 y la palabreja “random” me produce denterilla), sueño con contar mis sueños y hacer que la gente se emocione e interactúe conmigo, tener mi comunidad; pequeñica, sin alfombras rojas ni nada, que me da corte. Conocer yo que sé, a Enric Sanchez y que me diga “Te voy a ayudar como me gustaría que me ayudasen a mí” como le pasó a La Forte, antes de ser LA FORTE, pero sin enamorarme de él, que primero, no soy yo de quitar novios ni creo que pudiera y segundo yo ya tengo a mi amor de mariposas. Pero me acabo de leer su libro, y me ha conmovido hasta las entretelas.

Sueño con que me salgan alas infinitas, pero no para volar (que para eso está la bici y el dron, no olvidemos) sino para acoger en ellas a todos mis amigos, a todos mis seres de luz y protegerles de todo mal en el mundo; como Michael Landon en “Autopista hacia el cielo” (que una tiene una vastísima cultura en series viejunas). Pero como eso va a ser un poco complicado, porque no tengo sus super poderes; me conformo con protegerlos con todas mis fuerzas y mi corazón, porque su felicidad es la mía, que, aunque suene cursi a tope, es la pura verdad. Tiempo, distancia justa, detallitos, WhatsApp de amor, audios podcast si hace falta… todo eso me hace más feliz que comer pipas. Porque como dice La Vecina rubia “Lo importante no es donde, es con quien”. Y mis “quienes” son la repanocha de bonicos, los quiero a rabiar… y por ellos MA-TO, frase de poligonera famosilla que me viene al pelo “just right now” 

Sueño, así como idea delirante, en vivir en un mundo en el que la prensa rosa solo cuente las cosas bonitas que les pasan a la gente famosa. Y que el Instagram o el WhatsApp o los corrillos del curro no sirvan para despedazar por capricho la vida de alguien; sea verdad o mentira aquello de lo que hablan.

Es que ahora entre tesis, experto, ope, y demás actividades de las que ya iréis oyendo hablar… como no trabajo, porque estoy malita tengo algo más de tiempo para leer algo que no sea ciencia (enfermera, si, que nosotras también tenemos de eso) y me estoy poniendo las botas. Todo ello cuando el DOLOR, no me anula el cerebro, que también pasa a menudo…

Y leo de todo, oigan, desde textos filosóficos como Victor Frankl en “El hombre en busca de sentido”, Ana Albiol que te remueve lo más grande, Pema Chodron, La Vecina Rubia y “La vida me provoca” de La Forte, todo en tres semanas y media. Ole.

Entonces lo inmaterial, os lo he dejado con todo mi corazón, pero así como cosas materiales, vamos necesitando un porrón; a saber una bici que ya tengo mirada, un dron de narices y la licencia para pilotarlo, y un equipo también para grabar podcast. Ahí se queda el tema… y un coche grandecito para transportar eso y mi material de curas de heridas… que también es caro de la leche.

Fuera de cachondeo, o no tanto igual, voluntad tengo a cascoporro, conocimiento también, solo me fallan las fuerzas ahora mismo para conseguir mis sueños.

Pero sueño, como no, en que eso pase pronto… que también le pongo mi esfuerzo.

¿Qué estoy loca por soñar con todas estas cosas? Pues, como diría Angel Martín en su libro, ¡Punto para los locos!

Soñad con los ojos abiertos y el corazón también. La vida es más bella