Aunque este sea un post escrito a vuela pluma, supongo que cuando lo publique, ya será mi cumpleaños. 44 primaveras, o 4 desde que renací, o… ni sea cuantos cumplo, porque tengo que agradecerle a la vida, a Dios, a mi médico y amigo, al destino… no lo sé, pero se que me han dado muchas opciones para seguir viva.
Para saber que nadie regala momentos, para saber que no se pueden desperdiciar en bobadas, en absurdos pleitos; que la vida es hermosa y la salud un bien que nadie aprecia salvo que la pierda, que nadie sabe lo que sufre realmente el que tiene enfrente. Que eso de ponerse en los zapatos del otro está bien sobre el papel, pero a ti te caben los tuyos.
Por todos estos motivos; porque yo cumplo 44, viendo la luz al final del túnel, afronto mi edad con la simple promesa de intentar ser feliz, de quererme como soy y de recuperar la vida de antes, con lo bueno y con lo menos bueno; pero amando cada segundo sin dolor que tenga.
Y también, después de la criba que hace la vida por ti, centrándome en las personas que, realmente, merezcan de mi cariño, no más «bienquedismo», no más esforzarme por aquellos que no tienen tiempo para mí. Y lo digo desde la más absoluta paz de espíritu, sin rencores ni dolor. Simplemente que, la vida, me ha dado muchos avisos como para perder el tiempo en banalidades, solo quiero VIVIR, con una sonrisa, gozando los momentos felices y olvidando los tristes… La vida ya te trae de oficio tristeza, como para buscar más.
Por eso entro a los 44 con esperanza y felicidad, sin esperar a que la vida me traiga más desgracias, que antes o después llegarán. No soy de las que creen en unicornios… y por eso, voy a vivir la vida con lo que esta me ofrece y exprimirlo al máximo. Sin emprender más batallas que las que me traiga la vida o las que me convenga emprender.
Gracias vida, por otro cumpleaños más. Y por un día en el que haya podido disfrutar de mis personas hogar y de mi familia entera.
