Estamos finalizando la segunda semana de confinamiento y la situación no parece retroceder, más bien estamos a punto de alcanzar el pico de contagios tras las innumerables concentraciones deportivas, mascletás y actos feministas por toda España.
Y nuestras vidas están suspensas en el limbo de la inquietud y la incertidumbre. Los niños van al colegio desde casa y (al menos mi hijo pequeño) están agobiados por la magnitud del trabajo. Tienen los inconvenientes, afirma, pero no pueden ver a sus amigos ni jugar en el parque.
A punto de comenzar la tercera semana de #quedateencasa de no sabemos muy bien cuantas; hemos ordenado la casa, hemos cocinado, hecho mucho deporte cada día, hemos visto la televisión, y nos hemos cansado de ella, hemos leído, hemos jugado a cartas e incluso al parchís. Hemos hablado y hablado por whattsapp y las llamadas grupales echan chispas.
Voy a utilizar una publicación de @luciamipediatra porque estoy de acuerdo en todo con ella.
No necesito a médicos de un hospital misterioso, a compañeras llorando (aunque tengan toda la razón para hacerlo, cuidado) en publicaciones que afirman que es un caos y que vamos a morir todos. No necesito «curvas» matemáticas realizadas por un matemático aburrido y que no maneja, seguramente datos reales u oficiales. Pero tampoco necesito gente que vive en los mundos de Yupi, (¿os acordáis los más mayores de aquella serie infantil? Debía ser colega de Espinete, porque vamos….) y que no cree que esto vaya para largo, o que dentro de dos semanas vamos a irnos de bares.
No necesito histéricos que digan, parad el mundo, no compréis por internet, no hagáis nada porque, y de nuevo, vamos a morir todos. El mundo señores, no se puede parar del todo, o sí que lo pagaremos muy caro más tarde. Porque la vida está en suspenso momentáneo, pero no se puede parar del todo… Hay que seguir normas estrictas pero sencillas de higiene, distancia y precaución, por supuesto, quedarnos en casa. Entrar en pánico y paralizarte o, aún peor, que te de un ataque de histeria…
No necesito personas tóxicas ni egoístas ni pesimistas. Ni personas que se lleven el ascua a su sardina, de la índole que sea el pescadito. No quiero a gente que haga de esta emergencia sanitaria una ocasión para denostar a este gobierno. Ni tampoco a la gente que opina que este es infalible por ser de su color político, y se pone a decirle a sus amigos, que no tienen derecho a ofenderse. Harta pues de mezquindades y de politizaciones absurdas; harta de gente que se salta la cuarentena porque ellos son más listos que los demás; harta de los que roban amparados en las tinieblas.
No… lo que yo necesito es a gente que se llame a arrimar el hombro, haciendo mascarillas de tela, o de papel, o como sean, que hagan pantallas faciales caseras, necesito personas que sean comprensivas con los vecinos, que les ayuden a comprar si ellos no pueden; que aplaudan cada día o que tengan ideas geniales para hacer más fácil la vida de los demás. Necesito gente que componga canciones, que haga directos por Facebook o por Instagram, que ponga su arte al servicio de los demás. Gente que simplemente, sonría en el encierro, porque sabe que lo que hace, que los sacrificios que estamos haciendo, sirven para mucho y que, juntos y unidos venceremos al virus.
@luciamipediatra
No necesito consultar las noticias cada hora.
No necesito que me digan que los muertos suben, ya lo se; tampoco que los contagios sube, o a cuantos españoles al día multan por saltarse la cuarentena o que las bolsas caen en todo el mundo… porque ya lo sabemos… o en caso contrario, basta con verlas una vez al día. ¿Para qué nos sirve regodearnos en las miserias que nos rodean, en vez de mirar con fuerza y determinación, a la vida que nos espera dentro de un tiempo; y en la que, de eso hemos de estar seguros, tendremos que remar como Fuenteovejuna, para poner en marcha?
No necesito que nadie cargue contra los profesionales en estos momentos. Rotundamente no. No necesitamos más enemigos que el virus que con tanta furia nos ataca a todos. Ahora, estamos mas unidos que nunca y quién lo habría de decir de un colectivo como el nuestro que está habitualmente tan estratificado y dividido. Pero ahora somos todos una piña, contra el mismo enemigo.
No obstante observamos entre sorprendidos y espantados de que, de pronto, el enemigo lo podríamos tener entre los mandos, que nos mandan a esa batalla de la que hablan, sin armas ni escudos, que los escudos somos nosotros mismos; y que ni siquiera se aseguran de si estamos o no estamos sanos o enfermos.
Pero ahora resulta que, además, los sanitarios, según se atrevió a decir la señora consellera de sanidad de la Comunidad Valenciana; no nos contagiamos por atender enfermos, sino por ir de viaje o de visitas sociales -en plena cuarentena- por distraernos. Las mezquinas palabras de aquella que nos dirige se ha encontrado la oposición frontal de toda la profesión sanitaria (cosa que repito, siempre había sido imposible) e incluso algunos han presentado querella criminal. Hay una petición a través de change.org que puedes firmas aquí para que la cesen. O si no firmas, por lo menos, seas consciente de la situación.
Lo que necesito es que cuando todo esto pase, la gente recuerde el esfuerzo que hemos hecho entre todos y aprendamos a respetar la sanidad como estamos haciendo ahora y no acudir ante cualquier cosa, que evidentemente no era urgente.
Lo que necesitamos, lo que anhelamos son mensajes optimistas, necesito esperanza, calma y serenidad, Alegrías y risas de niños que pronto.. llegarán de nuevo los colegios, necesitamos de ese enorme talento español para encarar con arte y alegrías las peores situaciones. Necesito esos minutos de unión cada día a las ocho de la tarde, esas canciones compuestas en el encierro y que te llenan de risas y de alegría; necesito a aquellos que saben tocar instrumentos, que saben cocinar y comparten con nosotros sus recetas en simpáticos vídeos o a aquellos que inventan y comparten juegos y recursos para hacer sonreír a nuestros pequeños.
Necesito a la gente que tele trabaja con la misma ilusión y ahínco de siempre para seguir moviendo el mundo; para mejorar, para abrirnos nuevos caminos y nuevas luces en este mundo lleno ahora de tinieblas.
Aguantemos lo que nos queda, porque cuando salgamos tendremos que navegar todos unidos. Pronto nos abrazaremos de nuevo.