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NAVIDADES

Estos días, sin ninguna duda son curiosos, ya que nos llevan a un estado de ánimo, que cambia tu día a día. Celebras con gente de tu trabajo, de trabajos anteriores, con amigos y familia, celebras la vida y agradeces lo que tienes. Pero, curiosamente, te llevan a echar de menos con más fuerza aquello que ya no tienes.

Hoy un amigo, utilizando las redes, nos ha felicitado la Navidad, y qué queréis, a mi me ha emocionado, tanto la felicitación en si misma, como el optimismo y la esperanza que dejaba entrever. Después de un año durillo, que fácil sería ser un grinch… pues él ha demostrado una gran entereza; orgullosa amigo.

Yo me despedía de 2021 diciendo adiós al Infausto 2021. Inocente, que poco sabes de lo que espera a continuación.

Este año, a diferencia de los anteriores no voy a felicitar la Navidad por redes sociales más que por el escrito aquí presente. No va a haber saludo Martorell-Pastor haciendo el pavo, ni campanadas ni gorrito de Nocohevieja. ¿Por qué? Odio la Navidad como siempre, me gustan la familia y los regalos, las comidas y las risas… los dulces, la compañía. Pero la Navidad, así como idea de felicidad y esperanza ante lo que está por venir, despedir lo malo que nos haya podido pasar para desearnos toda la dicha ante lo nuevo… digamos que ya ha dejado de estar alineado conmigo.

No me he vuelto ni un Grinch ni un señor Scroog. Podemos decir, y digo sin asomo de rubor ni falso victimismo, que a mi edad, he vívido más catástrofes juntas que, afortunadamente, la mayoría de la gente nunca vaya a vivir. No voy a enumerarlas ahora, eso si sería victimismo. Ahora estoy en un proceso de enfermedad «concomitante» que, aparte de las duras condiciones físicas que trae consigo, ha traído como un ciclón, innumerables movimientos sísmicos en mi manera de vivir, de trabajar, de darme a los demás, de cuidar a los míos, de realizar el trabajo que me enloquece… y de manejar las tragedias cotidianas que «te tocan la patata» sean tuyas o de la gente a la que amas.

Cuando la vida por uno de esos días que a menudo nos arrastra, te pide llorar; llora, sin miedo ni vergüenza; porque eso te ayudará a coger aire, reponerte y levantarte con el corazón ligero y en paz… para seguir siempre adelante; abrázate y vive… trátate con consideración y amor; porque solo tienes una opción… luchar con una sonrisa, una bata de cola y los labios rojos.

A mi me gusta pensar que soy capaz de coger todo este sufrimiento y este dolor, para convertirlo en un motor para mejorar las cosas, y para repartir luz, para darme a los demás, y ser mejor persona. Y aunque a menudo flaquee, siempre intento seguir adelante por mi gente, mi tribu, mi familia, mi trabajo; y quiero lograr compartir mi fuerza y mi espíritu de descubrimiento, en transformar la adversidad en esperanza para todos aquellos que me rodean.

Las cosas infaustas de 21, se han multiplicado en el 22, pero a que negarlo, también he descubierto cosas maravillosas de la vida. He descubierto a gente nueva a la que amo, he afianzado lazos con mi tribu, a pesar de que posiblemente podía haberse echo más difícil. He seguido aprendiendo a aceptar los límites de mi cuerpo.

También he descubierto aficiones nuevas, he descubierto trabajos que sorprendentemente no me llenan como enfermera. He afianzado mi pasión por la escritura y la comunicación; tengo proyectos que desarrollar en 2023, y he recibido el enorme honor de ser nombrada Presidenta de ANEDIDIC, sociedad científica de enfermería, alma mater de mi espíritu como enfermera.

Este año pues, he vivido. Y vivir es esto, vivir cosas muy buenas, y también cosas horribles. Y aprender a seguir caminando con todo ese equipaje a cuestas, que te ayudan a soportar las cosas infinitamente buenas que te da la vida.

He decidido que la bata de cola, me la pondré cuando el dolor me atenaza para bailar en el juego de la vida.

Todavía, eso si, espero que alguien (¿Papa Noel? ¿SSMM los Reyes Magos de Oriente?) me regalen mi bici y mi dron… solo por dar ideas. Todo para seguir soñando…porque tienes dos opciones, ser motor o ser carga… y yo elijo ser motor, aunque a veces gripe…

Pero por todo ello, este año no habrá felicitación de Navidad, ni deseos de un nuevo amanecer el 1 de enero. OS quiero a todos, os deseo que lo paséis bien estas fiestas, y que disfrutéis de mágicos momentos. Yo aprovecho para agradecer todo lo buenísimo que me da la vida, que es mucho; aunque a veces se nos olvida.

Pero cada día del calendario, de enero a diciembre, de año en año, es una dicha y una lucha; en el que soñar con bata de cola, de ser motor… de mil cosas buenas, de tener al mejor compañero de vida que alguien pueda soñar; y a la mejor tribu del mundo… por muchas vueltas que de la vida.

Por eso no os voy a felicitar la Navidad, pero cada día os voy a felicitar la vida

Os quiero.