PROCESOS, ESCALADAS Y DECISIONES

No sé hasta qué punto tú, que me lees ahora, me sigues en Instagram o Facebook; no se si me conoces o no…, o si eres mi amigo de siempre o de hace poco… no se bien si, mira tú por donde, cuando me lees, lo haces atento, o lees en diagonal y te quedas en la literalidad de lo que escribo. Es una lástima, porque suelo tener la costumbre de las segundas intenciones y las verdades escondidas.

El último mes y medio ha sido duro, pero bueno, ya ha pasado… casi. Los últimos 18 meses lo han sido. Y, sobre todo, a nivel mental, los últimos seis meses, en los que me he visto obligada a parar mi actividad profesional. La verdad es que si me sigues por redes sociales, habrás visto que mis copy (lo que escribo con las fotos) son prácticamente todos sobre salud mental y desarrollo personal en positivo. He vuelto a meditar, aunque no siempre es fácil. Sigo realizando la postura de poder, me sonrío día a día e intento ver la parte positiva a lo más negro de la vida, porque el negro también sienta bien.

No voy a decir que ahora ya va todo bien, aún queda un camino incógnito delante de mí. ¿Qué por que digo esto? Sinceramente, porque así lo siento, y parte de mi nueva filosofía, es precisamente mostrarme cómo me siento en cada momento, sin caer en la queja gratuita y “quejica” valga la redundancia. No ser una plañidera… pero no callarme más. 

El proceso de enfermedad, sobre todo de dolor crónico prolongado e inhabilitante, provoca una modificación inevitable en las costumbres y en cierto modo, en la personalidad, y la salud mental, llegando por razones obvias, creo yo; a desarrollar problemas de ansiedad y depresión. Por muy resiliente que se sea, y yo soy… muy resiliente, y he sacado de esto cosas buenas, indudablemente; pero es inevitable sucumbir al desánimo. Según afirma Penélope Infante en su tesis doctoral sobre el dolor y los estados de ánimo, las estrategias de afrontamiento han sido clasificadas de varias maneras; en la llamada focalización de afrontamiento, el individuo se aproxima al problema y realiza esfuerzos positivos para resolverlo o intenta evitar el problema y concentrarse en controlar las emociones asociadas a él. Otras estrategias de afrontamiento son el afrontamiento aproximativo, en donde se observan conductas de solución del problema y búsqueda de información y el afrontamiento evitativo, en donde se crean emociones de autoculpa y conductas de evitación del problema. 

También existen las estrategias de afrontamiento adaptativas y desadaptativas. En las primeras se incluyen: foco externo de atención, imágenes neutrales, placenteras, estrategia de dramatización, y conocimiento del dolor. En las desadaptativas, se encuentra la depresión, autoculpa, agresión, evitación del soporte social e incluso, ingesta de medicación. Otra estrategia desadaptada es el catastrofismo, proceso cognitivo caracterizado por falta de autoconfianza y autocontrol, así́ como de expectativas negativas respecto a los resultados esperados. 

            No creo tener dudas (como diría la Vecina Rubia, no tengo pruebas, pero tampoco dudas) de que mis estrategias no han sido desadaptadas; pero también soy consciente de que; el dolor es un proceso caracterizado, al menos en mi caso, por la sensación de soledad absoluta. Y también, en este caso conducta negativa, de complejo de culpabilidad. 

            Ahora los reyes de la literalidad, estarán mesándose los cabellos en plan, ¿cómo puede decir que estaba sola? No es mi deseo ser injusta, ni afirmar que he pasado, estoy pasando por esto… sin gente que me cuida o está pendiente de mí. Todo lo contrario, soy sumamente afortunada de contar con gente que me quiere tanto, y a la que se lo pongo muy difícil cada día (he aquí mi conducta desadaptativa) y que no se merece esto. 

Conste que pienso que yo tampoco lo merezco, pero, es lo que me ha tocado en la vida y, aunque quiero curarme y hago todo lo que puedo por hacerlo; no tengo otro remedio que incorporarlo a mi vida; sacándole todo lo bueno que tiene y aprendiendo mucho de este proceso. Y esta siendo un proceso personal apabullante, que me está haciendo crecer mucho como persona, conocerme aun mejor y potenciar mi parte humana.

Pero volvamos a la soledad. A explicarme… hay dos factores diferenciados, el primero de ellos es que el dolor te roba energía, estás absolutamente anulada por él y ocupa un enorme porcentaje de tu mente, crispa tu cara, te roba el sueño y disipa tu buen humor. Eso hace que inevitablemente, te aísles. Y además, existe la dificultad de que el dolor crónico no es especialmente fácil de explicar, ni de aproximar siquiera. Yo no me di cuenta de la mala cara que tenía, que dicen que es el espejo del alma… pero aun así, creo que prácticamente nadie alcanza a saber por lo que pasas minuto a minuto. 

Además, el hecho de dejar de trabajar, por causas de fuerza mayor, hace que te bajes del tren, inevitablemente. Te desconectas del ritmo diario, porque no puedes, pero no lo aceptas, y menos yo que trabajo por pasión y amor al paciente y a mi profesión por muy jorobada que esté la cosa. 

Y de forma inevitable la vida te deja atrás, porque vivimos en un mundo frenético, donde la agitación mental nos embarga desde que despertamos hasta que nos dormimos, tenemos cientos de cosas que hacer, mil estímulos que atender y otras tantas preocupaciones de la vida diaria, un trabajo que atender y un ocio que disfrutar. Y de pronto, te das cuenta de que esa persona que te importa, de forma absoluta o super importante, pasa de indispensable a importante y de ahí a pendiente. Y no hay mala intención, simplemente la vida pasa como un tren. Y tampoco por mi parte rencor alguno… es tan natural como respirar, y está en el normal devenir de la vida. A nadie le puedo echar nada en cara

La realidad es que pasas mil horas en casa, y de alguna manera siempre en soledad. Y eso pesa mucho.

Pero, antes o después esto pasará. Y volveré a vivir, a trabajar… a amar mi profesión y con nuevos proyectos relacionados precisamente con este proceso. Hay mucha gente sufriendo de dolor crónico… y como dirían los “creadores de contenido”… por ahí y por las heridas… “se vienen cositas”

El mundo no espera, pero cuando vuelva… temblará, fijo.

Esta entrada fue publicada en EGOSIONES. Guarda el enlace permanente.