Tuve que aprender a llevar y a tener el corazón y el alma herida, desde que tengo uso de razón, luchas por cada paso que tenia que dar. Desde que me tambaleaba y mil manos me sujetaban para no caer, en vez de enseñarme a caminar sola.
Tuve que aceptar que los días de darme por vencida, eran con mucho más numerosos que aquellos que vencía,tuve que aprender a vivir en tiempos de lamentos plañideros a mi alrededor que cantaban a pleno pulmón los riesgos que corrían si a mi me pasaba algo. No se cuando fue que tuve la primera chispita de rebeldía. Fue muy prematura, desde luego.
Llego un día en que de pronto me pregunte porque, ¿qué riesgo corrían ellos? Yo me caía, a mi me dolía, yo lloraba, o no, yo tenia que estar en reposo, o con fiebre, o con un yeso… a mi me transfundían, a mi me sacaban sangre… ¿Qué riesgo pues era el que ellos corrían?
No me venga nadie ahora a moralizar. Yo soy madre de dos niños, sanos si, pero madre.
Y como madre se lo que es que tus hijos enfermen, lo que sufres por ellos y lo que te gustaría poder ponerte en su sitio.
No obstante creo que mi percepción es totalmente distinta a la suya.
Yo quiero ponerme en su lugar, porque evidentemente sufro por ellos, pero es necesario que los niños aprendan a sufrir, a enfermar, a desesperar y a saber resolver los conflictos que la vida les presente. Porque serán sus conflictos y no los míos, porque además yo les tendré que ayudar como madre, pero no sustituirlos en la resolución.
La súper protección es una fabrica de tontos de capirote.
A mi quisieron sobreprotegerme, lo hicieron, pero yo me rebelé como «gata panza arriba» y luché.
Luché por entender mi enfermedad, por estudiar en libros de medicina, de anatomía, fijándome en lo que decían y preguntando los porqués de cada palabra de cada diagnostico de cada tratamiento, los pros y los contras, pero yo no pude decidir nada claro, era menor de edad, y además ¿qué iba a saber yo? Ellos, en parte al menos, también habían leído, y me llevaron a los mejores especialistas del mundo. Ni les quito méritos ni soy desagradecida, les debo la vida ¿cómo iba a no estar agradecida?
Me salvaron la vida, y el siguiente paso, era él que tenia que dar yo, tenia la vida, me tocaba luchar por mi existencia.
Una existencia fuera de la campana de cristal
Cada batalla, juraba a todos los vientos que se atrevían a escucharme como a una prófuga de la ley, que algún día se acabarían las batallas que luchar, porque me habría hecho valer. Me hice valer ante profesores y ante gente que no sabía por «mi gente» de mi matrimonio con el señor Diagnóstico y las exigencias de mi desposado.
Para ellos, los de fuera, los nuevos, yo era una persona normal.
Para algunos de dentro, los que saben de mi matrimonio polígamo con el Sr Diagnostico y sus coleguitas, y saben también de medicina o de ciencias de la salud, con los que hablo en su idioma, y cada día más a su nivel, con los que me siento a gusto, a todos los niveles, como paciente y con un pijama, y si no al tiempo, me valoran como paciente ejemplar.
Yo es que con Diagnostico no me hablo, discutí con el y ahora lo sufro en silencio, como las hemorroides ¿qué me das por el orto? Vale, no puedo evitarlo, aprieto los dientes, y salvo que sea tan grave que requiera hospitalización, calladita, voy venciendo batalla tras batalla, sin que nadie salvo mi otro marido, el chico que duerme conmigo, se entere, tantas y tantas veces he estado en el hospital y no saben ni una palabra, tantas y tantas he sufrido dolores horribles y sin embargo he ido a trabajar, normal.Apretando los dientes se vence al dolor, al físico.
Amar en tiempos revueltos, luchar en tiempos convulsos, querer a contra corriente, luchar por tu vida a diario, luchar por tu vida en un instante, durísimo todo. Pero posible.
Lo que a mi ya no me es posible, es no contar para la gente que me rodea. Lo que me molesta es que, además, cuando parece que me tienen en cuenta para algo, luego me humillan, y me dicen ¿pero para qué?
no te molestes, tu cuídate y descansa… nosotros, los que valemos, ya estamos aquí para solucionarlo todo. Harta de gritar en un concierto de ciegos y de sordos, yo me apeo de la lucha, y tarde o temprano, en la próxima estación cojo un par de maletas y un baúl y me bajo.
Si, me bajaré del tren y seguiré mi camino, a trompicones… pero el mío, con mi alma fuerte y segura, que ahora esta rota y temblorosa, incapaz de dar ni un paso.
Mientras tanto contaré fábulas, para distraeros, o dichos y refranes…
Cosas que nos distraigan en estos tiempos convulsos…
Cosas que me hagan pensar que en esta noche oscura, la estrellas y la luna aparezcan entre las nubes para guiarme.
Palabras que reconforten mi alma
Palabras
Amigos de verdad.
Un compañero que comparta lo bueno y lo malo, que sonría.
Libros, fotos, medicina, ordenadores.
Paz
Libertad.
Divorcio con inevitable régimen de visitas entre Diagnostico y yo.
Ayuda a los demás
Literaura, jeringas y algún día un libro… o dos.
Liberadme de mis problemas, de las cadenas que me enlazasteis y volaré… enseñando el verdadero brillo de mis alas condenadas a vivir ocultas entre las convulsiones del tiempo que no volverá, pero… que tal vez termine.