Acabo de cumplir 40 años. Algunos dicen que es cuando se empieza a vivir, otros que estas en la plenitud de la vida; que se acaba la juerga… No sé, los cuarenta son en cualquier caso, una cifra redonda y, desconozco si cambia en algo la vida diaria. A mí, como mínimo me ha hecho recapitular un poco.
Sé que cuando nací, los médicos no daban ni un duro por mi supervivencia, y a base de lucha, inconsciente por mi parte; pero que ya daba fe de que soy inmensamente cabezota; y sobre todo de mis padres y de mi hermana, salí adelante.
Hemos superado tantos obstáculos aparentemente insalvables que más bien pareciéramos super héroes. Paso a paso iba avanzando en una vida que me estaba negada. Pero a veces tanto mi familia como yo misma, hemos pensado que sería una delicada niña en una urna de cristal y que jamás sería capaz de hacer nada. Así que me deje arrastrar…
Pero de eso nada, porque mi propia naturaleza me niega el derecho de conformarme, porque todo lo que supone que me iba a negar la vida, lo luché batalla a batalla, incluyendo para empezar, mi propia existencia. Enamorarme, formar una familia independiente y con hijos; por ejemplo, era otra de las cosas que todo el mundo dudaba, que pudiera conseguir.
Y fíjate por donde, me enamoré del mejor hombre del mundo y él quiso acompañarme en esta aventura del día a día, en este mundo absurdamente loco, donde lo teníamos todo en contra, para vivir la más maravillosa de las vidas juntos, como uno, amigos, cómplices y matrimonio. Y de la forma más maravillosa, de todo ello. Y logramos crear la familia que la vida me vetaba y nos vetaba a ambos; cómo familia que somos. Ignat y Jorge han hecho junto a nosotros… la más maravillosa familia que pudiéramos soñar.
Y cumplí mi sueño de ser enfermera, abandonando mi supuesta zona de confort, donde tenia que demostrar día tras día que yo no era esa niña enfermiza y triste ya. Y en ese vuelo ando, despegando en una carrera insalvable donde no puedo ir más que hacia el cielo. Incluso a pesar de que los enchufismos van que vuelan y quien no tiene padrino no se bautiza. Pero yo demostraré que mi única tarjeta de presentación es el trabajo bien hecho. Y con una pasión sin igual.
Y también tengo la suerte de tener los mejores amigos que se puede soñar… dicen que los amigos ni se compran ni se venden… pero se cuidan día a día y eso intento hacer.
El problema es, que a veces, no me puedo reconciliar con mi yo de niña… aquella patito feo que no era capaz de dar una a derechas, más allá de leer y leer, y escribir cuentos de unicornios y caballos con pijama a los que llamaba cebras.
Y ese problema es el que, a pesar de todo, me lleva a sentirme muy sola y poco merecedora de cariño. Porque a pesar de toda la belleza del mundo que me rodea, aún me siento aquella niña que no iba a poder defenderse del mundo. Y esa tristeza vuelve una y otra vez sin que pueda reconciliarme con ella.
Hasta que mi marido me monta una fiesta sorpresa, con sus cómplices… con su tapadera, y con su …. ¡Sorpresa! al llegar a casa… hicieron un día inolvidable y entrañable. En estas fotos falta gente. Había gente de ahora y de siempre, y aunque tengo más amigos que no podían juntarse… porque es imposible… todos los que estaban son los que no faltan en los momentos buenos y en los momentos muy muy malos.
Vino mi hermana Tina, el «cuñao» y mis sobrinillos; cosa que me alegró un montón. Porque pese a que como hermanas cabezotas, las hemos tenido tiesas, es completamente imprescindible en mi vida; y la quiero con locura.
Estaban Javi y Silvia, mis amihermanos, con los que lo he compartido CASI todo en esta vida, y por los que daría la mía. Madrina de su hija, mi bella Sofía, y tía de Alex, pequeño grandullón; testigos de su boda y ellos de la nuestra. Cuando sea como fuera, alejados o próximos, siempre estamos desde niños, los unos para los otros. Como desde niña, también mi Cris, compartiendo veranos, otoños y San Antones, enamoramientos, nacimientos y cosas menos alegres. Pero siempre como muletas.
Y Ana, Guillem, familia, desde pequeñas, desde bebidas, siempre me quiso y me respetó, y crecimos, y salimos, y pasamos todos los viernes de nuestra historia adolescente. Y por mucho que pase y los años que transcurran, siempre contamos la una con la otra. NUNCA, me vuelvas a dar esos sustos. Y gracias por concederme el honor de amadrinar a Ginebra.
El viaje hasta nuestra casa de Ignat nos trajo aparte del regalo de su existencia, el regalo de dos amigas. Encarnita… (por su tamaño),abogada de la agencia, se convirtió, en parte imprescindible de mi vida y los sigues siendo… gracias por ser parte de mi vida y de mi fiesta un 16 de marzo…
Y Amparo, que vino con un sobrecargo motorista Juan Antonio, que son amigos, compañeros de meditación, jefa y compañero de trabajo, confidentes, y parte imprescindible de mi vida y de la de mi familia. Ahora no imagino mi vida sin ellos.
Alejandro, a quien conocí en un pasillo de hospital y se convirtió en AMIGO contra viento y marea. Él y su maravillosa familia. Os quiero Valero Pozo…
Y qué decir de Sonia y Xavi…, un día entré en una tienda de ropa y aparte de unos modelos… gané dos amigos para siempre. Los lazos que nos unen son mucho más fuertes de lo que nunca habría cabido pensar.
Porque esa amigos, es la magia de la amistad… encontrar a esa persona que te completa en los sitios más diversos y saber cuidar de ella.
Y Sonia, Belen y Virgi, son regalos que me trajo el ASV y nunca podré dejar, ni olvidar por muchas vueltas que de la vida. Cuatro personas tan distintas y que se quieren tanto.
A todos los que sois y no estuvisteis, gracias. Porque también sois parte de mí.
Mención especial a Blas y a Clara, regalo de la vida y de Monasterios; gracias por pasaros. Y a Romu y a Pauli, que no pudisteis venir…Y a todos los que me queréis.
Y gracias a todos por el video… cuando lo vuelvo a ver recupero la fuerza.
Y gracias a mi compañero, a mi amigo, a mi amor, al hombre de mi vida porque esta fiesta casi le cuesta un infarto… te quiero con locura siempre pero te agradezco este regalo… tanto que ni te lo imaginas. Gracias infinitas… siempre
Por último decir que esto me da fuerzas para seguir luchando en mi vuelo, y luchando por mi vida y por la de mi familia y mis amigos, porque nunca hay que dejar de luchar, ni en mis primero 40 ni en todos los que tengan que venir.