Hay días, que, por unos u otros motivos, la vida te pesa más… te sientes algo más débil, más sola… aunque no haya razón para ello. Incluso siendo la persona más resistente y valiente del mundo; la más optimista, y la reina de la resiliencia… la “super woman del universe”, le acercan el equivalente en guay de la Kryptonita… y bueno…
Pues nada, que se vuelve gata, se hace bola, esconde la cabeza… y menea la cola diciendo eso de “si eso, llamas mañana que hoy no tengo cobertura”.
¿Os acordáis, cuando eso del wifi era ciencia ficción y vivíamos en los mundos del 2G? Eso, quedarse sin cobertura… era una excusa REAL, molaba un montón… ahora casi casi… suena a rechufla de la gorda.
Bueno, que divago, me voy haciendo mayor…
Pues hoy andaba entre tristona y enfadada con el “all the world”; te dejas por un momento de debilidad, arrastrar por los “yo es que quiero hacer esto” y va y no puedo…, y de pronto, sin más ni más, pasas de la bata de cola y los lunares, a parecer una plañidera vestidica de negro con la rebeca de punto con bolas y los zapatos planos, el pelo aplastado… en fin, haceos mapa mental, de cómo en un minuto pasas de ser la reina del mundo a la peor versión de la “vieja del visillo”. Pero como dice la Vecina Rubia en su libro, “Todas tenemos derecho a dejar de hacernos las fuertes, y a derrumbarnos por un momento”. Yo digo, sí. Pero un “momentico” y “p´alante”
Y como el mar y las olas, según iba la marea, me pasaba a la versión “Indignada”, que de esto último hay mucho últimamente, como ciertas presentadoras a las que se les hincha la yugular, o ciertas famosas que chillan como verduleras ante las injusticias del mundo… pasaba a estar “enfadá” por haber estudiado tanto y para nada… pero eso es otro jardín… en fin. Ahí andaba yo, de domingo medio nublado, con frío, y “entre col y col” pero no salía el arcoíris ni por asomo.
Pero eso sí, una que es muy disciplinada con su salud mental, empiezo a hacer cosas que me distraigan de malos pensamientos, busco mi bata de lunares mentales y empiezo a escribir mi carta a los Reyes… recordad que sigo teniendo sueños de bicis y drones, ahí os cae, majestades. Hago las publicaciones de redes que tengo que subir…y planifico la semana, que para colmo es rarita… en fin… calmo mi mente de cosas negativas siendo proactiva.
Y de repente pongo Instagram y mi mundo explota. Me aparece el Reel de Elena Huelva… y me digo a mi misma… “Joder, así sí”. Porque no puede ser que una niña de 20 años con Sarcoma de Ewing, que ha escrito un libro, cuya lectura recomiendo solo a quien tenga ganas de vivir y algo por lo que luchar, porque si no se va a perder la mitad del mensaje; pero si sois valientes, coged una libreta de esas del corazón, porque las lecciones de vida son apabullantes, y cuyo leimotiv hecho hastag es, #misganasganan.
Pues, y si, lo digo así de claro, sale con dos cojones por las redes sociales, como ha hecho durante todo su proceso de enfermedad a decir que su estado ha empeorado mucho… pero mucho… (el mensaje está en mis historias) pero dice, que pase lo que pase ella “ya ha ganado… que no hace falta ganar para saber que ya hemos ganado porque al final en la vida se trata de vivir y ella se lleva los recuerdos de todos los que la quieren”.
Y de repente, todo se pone en su sitio, todo vuelve a su cauce y la tristeza se marcha, sin hacer ruido. Que gran lección de vida. Que espíritu tan grande, y que gran ser humano. Como ella, ha habido muchos, aunque hayan sido anónimos, y algunos como Pablo, que también usaron las redes para dar ejemplos de vida. Ole, por ella, la “Mujer de las mil batallas” como dice la canción de Manu Carrasco y que tantas veces le ha dedicado.
Espero que con lo que voy a decir ahora, no se ponga en duda lo dicho en las líneas anteriores; porque me declaro fan incondicional de esa pequeña valiente, Elena. Y lo defenderé ante quien haga falta.
Pero quiero también romper una lanza.
El cáncer es una palabra horrible, una enfermedad que mata, un diagnóstico “mazazo” que hace que el mundo se tambalee; una enfermedad que no distingue niños ni adultos, malos o buenos, y que arrasa allá por donde pasa. Que incluso cuando remite -recordad que el cáncer, no se “cura” sino que entra en remisión, que es parecido pero que deja la espada sobre tu nuca…
Ello, no nos puede hacer olvidar las demás enfermedades, las genéticas, las neurológicas, las hereditarias, las degenerativas… que conllevan horribles sufrimientos.
Y todos los pacientes que las sufren son dignos de todo nuestro corazón y de que les transmitamos esa bella sensación de que siempre hay algo que ganar, siempre hay algo por lo que luchar, y siempre hay algo por lo que soñar, tesoros que guardar, experiencias que disfrutar.
Y este es mi mensaje. Por muy mal que lo pases siempre puedes y tienes que tener una actitud ganadora.
Un proceso que te lleve a pensar que pasar por aquello que estés pasando sea una auténtica mierda, y aunque tengas todo el derecho a estar triste a veces; tienes que exprimir la vida y darte cuenta de que, pese a todo, tienes muchas cosas buenas que celebrar cada día.
Y es que el hastag #misganasganan se nos puede aplicar a todos, incluso a los que no sufrís ninguna enfermedad, ni ningún dolor físico. Porque “las ganas” como sinónimo de fuerza, resiliencia, ansias de superación, capacidad de sacar algo bueno de las sombras, fuerzas de la dificultad; son el motor de nuestras vidas.
Ante las dificultades podemos hacernos gata bola, o sacar dientes y uñas y luchar. Por la vida si, y por la alegría que nos da, por los cientos de cosas buenas que nos perdemos al rendirnos y al fijarnos solo en la sombra que proyecta nuestra desgracia y a las dificultades que nos supone. Concéntrate en lo horrible de tu dolor o aprende a vivir con él, vive y súfrelo; porque no se va a ir cuando salgan los unicornios y suene la música; porque, no, no saldrán; pero surgirá la magia de la manera más inesperada. Concentrarse en vencerlo no significa vivir en la amargura de la batalla; sino en descubrir que dentro de la guerra surgen muchas cosas bellas a tu alrededor. Todo depende de las ganas de vivir que tengas y la actitud que mantengas.
Y esto vale para todo. Desde la enfermedad más mortal y dolorosa; hasta las pequeñas frustraciones que la vida nos trae por el mero hecho de vivirla. Porque eso es la VIDA. Solo de nosotros dependerá dónde poner el foco.
El examen de enfermería, por ejemplo, es un buen ejemplo de ellos.
Ruego a los ofendiditos que se abstengan. No comparo un sarcoma de Ewing con un examen de enfermería. Hablo de actitud ante la vida, de ganas de ganar. De hacer que nazca luz de la desgracia. Ojalá nadie tuviera que enfrentarse nunca a ese tipo, ni ningún otro, de cáncer, sobre todo una criatura de luz como ella, o como miles de niños y jóvenes del mundo. Pero la enfermedad, la desgracia y los problemas existen y existirán.
Decía pues, el examen de la fase de oposición de enfermería fue injusto y absurdo. Mucha gente nos dejamos el alma para sacarlo adelante, estábamos preparados y se nos tomó el pelo. No os lo niego, la ira, la frustración y el cabreo me pudieron. Pero ya no más. Esto me ha enseñado a relativizar las cosas y a saber que, aunque las injusticias te azoten son únicamente armas para hacerte más fuerte. A que nadie dijo que el mundo fuese justo, pero has de navegar en él, y que esto no te hace peor enfermera, ni peor nada.
Tu sufrimiento será tuyo, pero si le pones una sonrisa, ganas de superarlo, fuerza de voluntad, aprendes de lo malo para sacar el lado luminoso… y si mantienes siempre la esperanza; la magia florecerá a tu alrededor sin que te des cuenta. Y aunque eso no te salve ni te sane, si que hará de tu vida, la más bella que vas a vivir jamás.