Menú
Buscar

EL SER DE LAS MIL CARAS

Parecía buena gente pero engañaba con su pose cariñosa y tierna. Ni él mismo sabía muy bien quien quería ser, o quien era. No sabíamos nadie nada de él. El ser era engañoso, hasta a los más listos de la clase nos mintió.

Como Don Quijote cuando veía molinos de viento, cuando soñaba con conquistar a la bella Dulcinea, cuando vivía en un mundo paralelo, alejado de la realidad tenia que estar siempre escondido, incluso de si mismo, mintiéndose a si mismo y por extensión a los demás, que creíamos que era y nunca fue nada de lo que decía ser.

La mentira, que es lo que más odio en este mundo formaba parte de él, como lo era su piel, como cada centímetro de su vida, que era lo que no era, que no era lo que parecía, que no parecía lo que era.

Pero nada más deleznable que fingir para dar pena a los demás, si quieres mentir hazlo sin remordimientos. Vive como quieras, pero no engañes a los que te querian. A los que no saben ahora ya a quien querían en realidad porque esa persona se evaporó entre humo y cortinas. Porque a lo mejor esa persona jamás existió.

Como los ectoplasmas o las figuras tridimensionales, realizadas en la pared por un proyector.

Sirena, centauro, hombre o mujer, modisto o barrendero, decente o poliadicto, de misa de domingo y mentiras inconfesables. Nadie lo sabemos, solo que cada vez que estiramos un poco mas de la madeja, más y más conflictos saldrán a la luz.

Ello, porque no se que es, lo buscó y una losa de piedras lo sumió en el ostracismo.