Llueve, tormentas de verano… descargan, alivian el calor y marchan… vuelve a salir el sol y nadie las recuerda. A mi me encantan, el aparato eléctrico me hace vibrar, juego a ver lo lejos que están, me apasiona ver como los rayos parten el cielo e iluminan el mundo durante un segundo. Me ilusiona la poesía de la tormenta. Porque la vida a veces es una sucesión de días de verano que esperan que la tormenta calme su calor, que la alivie de la dura carga del bochornoso día a día.
Pero esto es otro tema.. sin duda el tema del que hoy venia a hablar es la verdad de la vida… no así en mayúsculas, sino de las pequeñas verdades del día a día, de las que nos hacen ser lo que somos y como somos.
Yo, ultimamente estoy muy inquieta, y como buena hija, nieta y miembro de una constructora… voy a poner un símil arquitectónico. Llegué al mundo con fallos estructurales, pero me mantuve en pie y fuimos fortaleciendo la estructura contra todo pronóstico. Me apuntalaron bien y durante mucho tiempo, y eso hizo de mi una persona fuerte, que luchaba por no venirse abajo pero también por liberarse de esos puntales que, solo a veces, me dificultaban crecer hace donde yo pretendía. Pero, y volvemos a la dicotomía, esos fueron los pilares que me enseñaron a ser fuerte.
Pero ultimamente me tienen inquieta esos pilares, eso contrafuertes, esos espíritus luchadores que me hicieron ser lo que, para bien o para mal, lo que soy ahora… La edad, las circunstancias, las enfermedades, la mala suerte, y las cicatrices que te deja la vida, están debilitando sus soportes, y por ende, inevitablemente, los míos… Que ellos se debiliten, y se agosten, como las flores en verano, no puede llenarme más de inquietud.
Ellos, mis pilares, mis padres, me enseñaron a ser fuerte en una campana de cristal, me enseñaron a luchar por mi vida, a defenderme en un mundo hostil, a ser resiliente, a reinventarme. Cuando mi padre vio que yo odiaba esa campana en la que la necesidad hizo que me metieran, me enseñó que la vida es dura y que estar orgulloso de luchar y levantarte tras cada caída es lo único que cada día te hace llevar la cabeza alta.
Me enseñó a caer y a apretar los dientes; a ser honesta y generosa, a que ante cada bofetada que te de la vida… has de luchar con más fuerza; a que cuando andas por la montaña y te caes, seguramente te hagas daño, pero que las cicatrices hacen callo, aunque hayas de pasar mil veces por el hospital.
Solo pensar en que ellos se debiliten, que se rindieran de alguna manera, me hace desear trasladarles toda la fuerza que ellos me enseñaron a mi… ojalá pudiera. Convencerles de que rendirse nunca fue una opción, como ellos me enseñaron a mí, que ciertamente lo aprendí hasta limites no esperados.
Tuve la enorme suerte de que ellos me hayan enseñado con su ejemplo a cada paso, incluso en la terrorífica carrera de la maternidad, donde nunca se deja de tener miedo, de tener dudas. Tengo tantas cosas que agradecerles que me faltan años… para expresarlos, pero sin duda lo que más importa es que me han enseñado a ser buena persona. Sin duda el capital más importante.
Ojalá todo el mundo pudiera tener mi suerte, como dijo mi amigo Miguel. Una cosa te diré Migue, mejor padre, y amigo que tu, pocos en la vida…
Hay veces en las que estás cansada, cansada del trabajo, de esta situación del Covid-19 que hace mucho más cansada nuestra labor, cansada de la vida de aquí para allá… cansada de ciertas actitudes de la gente… en definitiva, estás cansada y todo te lo tomas peor de la cuenta. La preocupación por mis seres queridos también me tiene agobiada, y mis propias enfermedades me estorban. En definitiva, hay veces en que llevas la vida y veces en que la vida te lleva… y ahora estoy ahí… medio agobiada.
Porque la vida pasa… el tiempo pasa para todos, y se nos escapa entre las manos; cada uno luchamos para pasar tiempo con la gente a la que amamos, con nuestras tribus, con nuestros amigos, buscamos momentos que nos alivien de la carga del día a día con gente que nos haga feliz; y a menudo no podemos hacerlo ni tanto como queremos, ni con quien queremos.
Una, es muy de tribus… y adoro pasar tiempo con mi familia y mis amigos. Necesito, literalmente, pasar tiempo con ellos y darles todo lo que pueda… todo mi amor para mi gente. Mi marido y mis hijos por encima de todo, mis padres, mi hermana y su familia increíble, mis suegros y mi cuñada y su familia, mis tíos y primos… todos ellos. Pero también con mis personas hogar, con mis amigos, como yo digo, tengo mucho amor que dar.
A veces pienso que pudiera parecer que exijo mucho de mis amigos, cuando en realidad lo único que quiero es verlos felices. Pero no exijo nada… más que darles todo lo que este en mi mano cuando tengo la suerte de compartir mi tiempo con ellos.
Cada uno que elija como puede o quiere pasar su tiempo, que pasa demasiado rápido, se nos escapa de las manos. Muchas veces estamos deseando simplemente pasar tiempo mirando la vida pasar, estando en casa, abrazados a nuestra pareja; o tenemos otros compromisos… sea lo que fuere hay que hacerlo a gusto, porque nosotros queramos. Si tu quieres a a esas personas… como yo quiero a todos mis amigos, no solo lo entenderás sino que lo celebraras.
Como dijo Rafael Cavaliere, las personas más valiosas son las que están todos los días, las que no solo quieren un viernes sino también un domingo.
R.C
Yo con mis amigos quiero 7 días a la semana, porque sea cuando sea.. será reanudar la belleza de estar juntos. Aunque haga meses que no los vea, aunque los viera ayer.
Lo único que pido a mi gente… a mis amigos, compañeros, cualquier persona que me quiera o me aprecie, es que me digan siempre la verdad de lo que sienten. Las tribus se juntan porque los miembros lo desean, nunca ha de haber obligación, y si un día no te apetece, simplemente dímelo así, porque sino la tribu se convierte en cárcel, en guetto.
Como dije arriba, mis padres me enseñaron a encajar golpes como una forma de ser más fuerte, porque cada herida es fortaleza.. cada verdad, es luz. Cada risa es amor, cada lágrima, factor de crecimiento, cada confidencia, aliento para respirar, cada abrazo, oxígeno. Cada regalo desde el corazón, una parte de tí con ellos.
Porque yo lo único que se ser es yo misma, del todo, a tope, sin medias tintas, yo soy lo que sientes.
¿Te unes?